Soy Vicente Pastor Delgado y hoy me puse a recordar sobre mis cumpleaños. No voy a decir cuántos años e cumplido hace tiempo , ni de dónde soy, porque eso no es lo importante. Lo que quiero compartir con ustedes son algunos de los recuerdos más bonitos que tengo de mis cumpleaños pasados, y cómo han cambiado con el paso del tiempo.
El primero que se me viene a la mente es el de cuando tenía cinco años. Mi madre me hizo una torta de chocolate con forma de tren, y mis amigos y yo nos divertimos mucho jugando con los vagones y las velas. Fue una fiesta muy sencilla, pero muy feliz. En esa época, los cumpleaños eran una ilusión, una aventura, una sorpresa. Cada año era un regalo, y yo lo disfrutaba con inocencia y alegría. No me importaba lo que me regalaran, ni cuántos invitados vinieran, ni dónde se hiciera la fiesta. Lo único que me importaba era pasarlo bien con mis seres queridos, y sentirme especial por un día.
Otro cumpleaños que recuerdo con mucho cariño es el de cuando cumplí quince años. Fue una sorpresa que me prepararon mis padres y mis hermanos. Me llevaron a un restaurante elegante, donde me esperaban todos mis familiares y amigos. Me sentí muy especial y querido. Me regalaron un reloj de plata que todavía conservo. En esa época, los cumpleaños eran una celebración, una ocasión, una fiesta. Cada año era un logro, y yo lo festejaba con orgullo y gratitud. Me importaba lo que me regalaran, porque era un símbolo de mi crecimiento y mi madurez. Me importaban los invitados, porque eran un reflejo de mi popularidad y mi amistad. Me importaba el lugar, porque era una muestra de mi estatus y mi elegancia.
Un cumpleaños muy diferente, pero también muy memorable, fue el de cuando cumplí veinticinco años. Estaba viajando por Europa con mi novia, y ese día nos tocó estar en París. Nos levantamos temprano y fuimos a ver la Torre Eiffel, el Arco del Triunfo y el Museo del Louvre. Por la noche, cenamos en un bistró junto al río Sena, y brindamos con champán por nuestro amor. En esa época, los cumpleaños eran una oportunidad, una experiencia, una aventura. Cada año era un sueño, y yo lo vivía con pasión y emoción. No me importaba lo que me regalaran, porque ya tenía todo lo que quería. No me importaban los invitados, porque solo necesitaba a mi pareja. No me importaba el lugar, porque cualquier sitio era bueno si estaba con ella.
Pero los cumpleaños no siempre han sido así. Con el tiempo, se han ido haciendo menos memorables, menos significativos, menos especiales. Quizás porque he perdido la ilusión de la infancia, el orgullo de la juventud, o la pasión de la madurez. Quizás porque he dejado de sorprenderme, de celebrar, o de soñar. Quizás porque he visto cómo se alejan o se mueren las personas que quiero, cómo cambian o se rompen las cosas que valoro, cómo se desvanecen o se frustran los planes que tengo.
Hoy en día, los cumpleaños son una rutina, una obligación, una molestia. Cada año es un peso más sobre mis hombros, y yo lo soporto con resignación e indiferencia. No me importa lo que me regalen, porque nada me llena. No me importan los invitados, porque nadie me entiende. No me importa el lugar, porque todo me aburre.
estoy agradecido por todos los recuerdos que guardo en mi memoria como tesoros. Cada uno tiene su propia historia, su propia emoción, su propio significado. Pero también estoy consciente de que no puedo vivir del pasado, ni ignorar el presente, ni temer al futuro. Por eso, hoy quiero hacerme un regalo diferente: el regalo de volver a sentir la ilusión, el orgullo y la pasión por la vida. El regalo de volver a sorprenderme, a celebrar y a soñar. El regalo de volver a ser feliz.
No sé si lo conseguiré, pero lo voy a intentar. Porque sé que la vida es un regalo, y que cada cumpleaños es una oportunidad para agradecerlo y disfrutarlo. Porque sé que todavía hay personas que me quieren y me apoyan. Porque sé que todavía hay cosas que me gustan y me motivan. Porque sé que todavía hay sueños que puedo cumplir y metas que puedo alcanzar.
cuando sea mi cumpleaños, no voy a lamentarme por lo que perdí, ni a conformarme con lo que tengo, ni a renunciar a lo que quiero. Hoy voy a recordar lo bueno, a mejorar lo malo, y a buscar lo nuevo. Hoy voy a sonreír, a abrazar, y a brindar. voy a vivir.
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